lunes, 25 de mayo de 2015

A mis compañeros de partido


                A todos vosotros, hayáis salido elegidos o no, penséis en retiraros para siempre o en seguir con más fuerza que nunca, estéis pensando en naranja o en magenta, a todos, quiero que os toméis un momento para reflexionar lo sucedido este último año.
                Llegué a este partido a principios del 2014 atraído por sus valores, principios y sobre todo por su fuerza, pero no una fuerza basada en el poder del voto, sino una fuerza interior que le permitía hacer las cosas de otra manera. Una vez dentro vi algo que en principio me sorprendió, pero que en realidad es la tónica general de cualquier grupo de gente, las vertientes. Y es que es normal que haya gente que pueda entender la misma cosa desde dos puntos de vista distintos. Además, es muy complicado llevarse bien con todo el mundo. No obstante, esos problemas se quedaban dentro de la sede de Salamanca y en las tertulias del bar. De puertas para fuera se respetaba lo decidido por el Consejo Local aunque no se estuviera de acuerdo, de manera que se proyectaba unidad y cohesión.

                Las primeras elecciones en las que participé fueron las europeas de ese mismo año. Recuerdo que se me hicieron divertidas, enriquecedoras y muy amenas. El día de cierre de campaña, hablando con los compañeros de lo que se esperaba obtener, recuerdo que, el que por entonces era coordinador local, calificó de impensable el sacar 5 eurodiputados, y que a lo sumo se obtendrían 4. Lo clavó el tío. Recuerdo la foto de familia en salón del hotel, cómo todos nos sentíamos orgullosos de nosotros mismos por la zancada dada. La hicimos larga la noche y ya alguno, entre los que me incluyo, hacíamos números para las municipales.
                Pero algo pasó aquel día, que muchos empezaron a darse cuenta horas, días, semanas o incluso meses después. Unos desconocidos liderados por un tipo con coleta habían obtenido lo que para nosotros era un imposible, 5 eurodiputados. Creo que en ese momento empezaron a temblar canillas por el auge de Podemos, que si bien entonces no nos habían restado votos, sí que se antojaban como un gran obstáculo para nuestro propósito: ser la tercera fuerza política en las siguientes elecciones. Y fue ahí cuando UPyD cambió.

                Sí, porque UPyD ha cambiado en este último año. Porque casi desde su fundación, se hablaba sobre la posibilidad de unirse a un partido, que podría ocupar un espectro político muy similar al nuestro, y que tenía una fuerza considerable en Cataluña, pero se planteaba de manera interna, y de manera interna se tomaba la decisión, y fuera pocos se enteraban. Pero ahora habíamos aprendido a sumar, y claro, cuatro más dos son seis y… ¡bingo! Ya nos vuelven a salir las cuentas, mejor que antes incluso, pues ese partido había crecido, ya no era un partido únicamente catalán, ahora era CIUDADANOS, y sus votos podrían sumarse a los nuestros sin ninguna duda. Hay que ver lo que cambia una sola O.
                Entonces, por razones que sólo ellos sabrán, muchos decidieron que ese debate debía de transcender más allá de las fronteras del reino magenta. Decidieron, que la unión de esos dos partidos, que para muchos eran tan similares, era lo mejor para UPyD, lo viera o no lo viera Rosa, su Consejo de Dirección o nuestro Consejo Político. Muchos empezaron a decir que el resultado de las europeas había sido un desastre, que tendríamos que unirnos para poder remontar. Y fue el dar a la luz ese “problemilla” lo que le facilitó a los medios y a nuestros enemigos la carnaza que llevaban años buscando sin éxito. Quiero pensar que todos esos que en su día dieron el paso y salieron en los medios criticando el partido y a su dirección, y que elevaron la duda de la unión a límites insospechados, lo hicieron de buena fe, pensando en UPyD y en sus afiliados. Pero tengo que decirles que se equivocaron, y han conseguido totalmente el efecto contrario.

                Cada vez que había una dimisión, el tema ciudadanos estaba detrás. Cada vez que se formaba una gestora, el tema ciudadanos estaba detrás. Cada vez que alguien no estaba de acuerdo con lo que se decidía arriba, cada vez que salía una mala encuesta, cada vez que alguien contradecía a la dirección, el tema ciudadanos estaba detrás. Y lo curioso es que no era la primera vez que se daban en el partido gestoras, expulsiones de afiliados y renuncias masivas, pero por la razón que fuera no se salieron a la luz, pasaron más desapercibidas (yo me enterado una vez dentro).
                Pero no todo ha sido culpa de esas personas discordantes, también, los seguidores a ultranza de la doctrina interna (con los que más me identifico yo) hemos pecado, pero en nuestro caso de falta de autocrítica. No hemos visto lo que estaba sucediendo dentro del partido, o no lo hemos querido ver quizás. Porque hemos pensado que si nos iban mal las cosas, era por culpa de “los disidentes”, y no, no sólo eso se ha hecho mal. Hemos dejado que se transmitiera una imagen de desintegración interna que es lo que nos ha avocado a estos nefastos resultados. Casi un millón menos de votos que en las generales de 2011. La gente ha visto nuestra carencia, el ser un partido joven, lento en la ejecución de decisiones, quizás por su celo en ser transparente (cosa de la cual me alegro), pero que no ha sabido resolver de manera eficaz esa crisis interna, y es lo que el electorado ha visto de nosotros éstos últimos 12 meses. Igual la convocatoria de un Congreso Nacional Extraordinario para hablar de qué había que exigir a los partidos que se nos quisieran unir, la forma de hacerlo e incluso, con quién hacerlo no habría dejado que la sangre llegara al río. No se quiso ver la repercusión mediática que se le dio a las declaraciones de Sosa Wagner y a las respuestas de Irene y Carlos, como no se quiso ver que le estábamos sirviendo en bandeja la cabeza de Rosa a los buitres al permanecer inmóviles. Pero no se equivoquen, no digo ni por un momento que Rosa sea la mayor perjudicada, al contrario, creo que como portavoz nuestro que era, fue una de las mayores culpables de que se produjera esa situación. Quiero pensar que lo hizo por el bien de los afiliados, por no cargarnos la responsabilidad de tomar esa decisión, que fue un exceso de amor de madre que no deja que su hijo se equivoque, pero que a la larga está impidiendo que evolucione.

                Resumiendo, que los culpables de nuestra situación actual, no han sido los medios de comunicación, las presiones de los viejos partidos, el desparpajo de los nuevos, el rencor de los banqueros; los culpables no han sido Ciudadanos, Podemos, los populares, Bankia, el IBEX 35, la Sexta; tampoco lo han sido Rajoy, Rivera, Rato, Bárcenas. No ni mucho menos, los únicos culpables hemos sido nosotros, nos ha faltado autocrítica y unidad. Nos han sobrado teorías conspiratorias y ganas de ascender deprisa.
                El próximo 11 de julio, se supone que se debe votar la nueva dirección del partido. A día de hoy no veo que nadie pueda redirigir esto, pues las posturas son tan contradictorias, que suceda lo que suceda el partido se desmembrará.

                Quizás, como nos enseñaron en la película infantil “Happy Feet 2”, sea mejor dar un paso atrás para coger impulso de nuevo y saltar más fuerte, puesto que igual el empeñarnos en avanzar no nos deje ver que el suelo se resquebraja bajo nuestros pies. Quizás, haya que volver a los orígenes del partido, y volverse a plantear que es lo que necesita España, que le podemos aportar y si somos tan necesarios como parece. Quizás sea mejor acercar ideas entre todos para fortalecernos de verdad, o quizás haya llegado la hora de separarlas del todo, y que la gente válida (que sé que los hay, de ambos lados) no se queme, no pierda la poca ilusión que le queda, y pueda seguir aportando su granito de arena a la sociedad de una manera más LIBRE e independiente.
                En boca de Rosa Díez: “igual hay que saber antes hacia dónde se quiere ir, y luego ya decidir quién queremos que nos guíe”. Estoy de acuerdo con ella, y pienso que un congreso en el que sólo se vota a unas personas, sin debatir las ideas que se quieren llevar a cabo no es el camino correcto.

                Reflexiona.

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